Hay un momento en la vida de nuestros hijos que es siempre uno de los más trascendentales, momentos que pasarán a la historia y que como padres deberemos estar allí para apoyarlos y hacerlos sentir únicos, fuertes, preparados y queridos. Los momentos en los que nuestros hijos se abren al mundo es donde sentiremos finalmente que han crecido y que los hemos criado como bien sabemos que lo hicimos. La llegada al jardín, la invitaciones de sus amigos a su casa, los cumpleaños y la cantidad de preguntas que nos harán con mucha curiosidad, son sólo algunos de los ejemplos de lo que es esta etapa.
Es aquí en donde los niños de a poco comienzan a separarse de sus padres, comienzan a sentir que la vida “es suya” y a sentirse un poco más rebeldes con la necesidad de despegarse de sus padre. Es aquí, a los 4 años de edad en donde comenzarán a vivir nuevas experiencias. Es bueno que como padres tengamos varias cosas en cuenta, comenzando por las personas que los rodean, sus amigos y familiares, así como sus vecinos y las personas con quienes ellos preferirán permanecer.
Esto es parte de la seguridad que deberemos darle, para que se sientan confiados y sepan que a la personas a la que ellos se dirijan cuando sus padres no estén, es de total confianza de sus padres, y por lo tanto de ellos. Esto contribuirá a que se sientan más seguros y que de a poco se despeguen de su hogar, sabiendo siempre que es allí su casa y el lugar donde se siente seguro, pero que es libre y que de a poco continuará creciendo y aprendiendo del mundo que lo rodea. Es en esta etapa donde los niños comienzan a sentir conciencia social, entablando diferentes relaciones que los harán crecer un poco más.